“Quería recomendarles que
podrían tener una mínima dignidad y que digan donde están los nietos”. Maria
Laura Bretal
Se inicia la audiencia del día
con el testimonio de Irene Molinari, 58 años, docente de la Universidad Nacional
de Mar del Plata.
Comienza su relato atestiguando que el día 27 de junio del año 1978,
siendo aproximadamente la hora 11, allanan el domicilio de calle 9 de julio
2621 que compartía con su marido Marcos Chueque. Una patota de 6 o 7 personas, vestidos
de civil y portando armas, “el que daba
las ordenes era de tez blanca, bajo y otro fornido, alto, que parecía llevar
peluca y que es quien me interroga”.
Se identificaron como pertenecientes a la policía federal. “Ingresan al domicilio, se aproximan a la
puerta, abro, me llevan a un sillón en el comedor. Revisan todo y escucho dicen
ya llega, ya llega, al rato paso uno con
Marcos”. Paso seguido ambos son esposados, “me suben a un Torino naranja y a Marcos en un Renault blanco, arrancaron y se iban
comunicando entre los dos autos, en 9 de julio y Santiago del Estero me ponen
una capucha”. Al llegar a la Base Naval
es alojada en una celda pequeña, había una silla y ahí permaneció esposada. “me traen comida en bandeja compartimentada,
sentí una voz que pedía más pan”. Pasado cierto tiempo es llevada a una
habitación donde es interrogada, “me
interrogan por Marcos, ¿qué hacía?, por Vanguardia Comunista, preguntaban por
qué había tantos recortes de diario, un tercero me pega, me lastiman los ojos”.
Luego es trasladada a otra dependencia, “un
lugar pequeño, muy iluminado”, donde es obligada a desnudarse, la atan a
una mesa y es torturada con picana, “cuando
me interrogan me sacan capucha, preguntaron por mis 2 hermanos que eran de la Juventud Peronista,
que ya no estaban en la ciudad, me mostraron fotos, fotos de hermanos y
estudiantes”. “El que aplicaba tortura
era de 1,60 m,
oscuro, pelado, gordito y el que preguntaba era alto, fornido, rubio, peluca, tenía datos ciertos”.
Ya en la celda le llevan la cena. Uno de los participantes del operativo
le dijo “lo hacemos por la patria, por el
bien de la Argentina,
es necesario. le pregunté por mi marido
y me dicen que lo iban a llevar a Buenos Aires, viene uno por uno a decirme que
guarde silencio, que no se nada, siento que arrastran un cuerpo y dicen ¿estas
bien Marcos?”.
Le
informan que va a ser puesta en libertad, “me
llevan al baño, me lavo la cara, la puerta tenia agujero por el que me observaban”.
“Me
vuelven a poner la capucha, me suben a un auto y salimos, sale a la derecha y
sube a Playa Grande, me sacan capucha y veo el Parque San Martín y el Instituto
de Biología Marina, compruebo que estuve en la
Base Naval Mar del Plata, eran las 12 de la
noche, me dejan a 1 cuadra de casa y me recibe mi cuñada”. En el domicilio
la testigo observa el faltante de documentación, dinero y desorden
generalizado.
Junto a su familia comienza un largo peregrinar para dar con Marcos,
presentaron habeas corpus, notas al ejército y a la marina, a organizaciones de
derechos humanos, embajadas, Ministerio del Interior, fueron al obispado local
donde son atendidas por el obispo Rómulo García en una oportunidad y recibieron
la promesa que se ocuparía del caso, “nunca
supimos más nada”.
Molinari siguió sufriendo persecución, “me vigilaban con el mismo auto que me llevaron”. A los 4 meses es
citada al “café al lado de Canal 10 y ahí me devuelven la bufanda, certificado
para recuperar restos de mi padre y me dicen que Marcos fue llevado a Buenos
Aires”.
En visita de reconocimiento del lugar con la CONADEP, recordó “el aire marino, ruido del mar, reconozco el
lugar, fuimos a Buzos Tácticos, estaba la misma mesa de fotos. No tengo dudas
que estuve en la Base Naval”.
Marcos había sido militante del Partido Socialista de los Trabajadores y
luego paso a Vanguardia Comunista. “Lo
acusaban de ideólogo, ya en el 76 lo habían ido a buscar. Estoy orgullosa de
los 30 mil desaparecidos, valientes, hoy podemos hablar en voz alta y dar la cara,
ellos son asesinos y espero tengan una condena ejemplar”.
La segunda testigo en prestar declaración es Maria Laura Bretal, 59 años,
socióloga, quien jura por los 30 mil desaparecidos y el Socialismo.
María Laura es secuestrada el 3 de mayo del año 1978 en la ciudad de
Ensenada y fue alojada en el Centro
Clandestino de Detención denominado La Cacha. “Estuve
la primer semana en la sala de torturas y luego me pasan a la planta alta,
donde había 3 compañeras que venían de la Base
Naval, Silvia Siscar (Anita), Chispi (Lucia Perrier) y Angelita (Maria Baldasarre), estábamos
encapuchados y esposados”.
En La Cacha
también “estuvo Néstor Furrier (marido de
Chispi) y Jimmy (Jorge Aguilera), todos habían pasado por la Base, Maria Cristina García (La Gringa) y estuve con Laura
Carlotto, ella tuvo a Guido, y Alicia
Cajul. La Gringa
hacía más tiempo que estaba ahí, sabia que n o iba a salir con vida, no estaba
tabicada, su marido era Daniel Bonn, que se había exiliado.
La testigo hace referencia al
Operativo Escoba, acción llevada a cabo a partir de diciembre de 1977 para
secuestrar y desarticular a integrantes del Partido Comunista Marxista
Leninista.
Recuerda haber visto “a Walter
Rosenfeld, lo llevaron de Mar del Plata, para nosotros Emilio, estaba en
condiciones terribles, y a Patricia Marcuzzo que la llevan a la ESMA”.
A Walter Rosenfeld, “Raúl
Bonaffini y Carlos Lahítte lo llevaban al baño y le daban de comer, lo
verdugueaban por judío, a Walter lo trasladan en agosto”.
A “Patricia Valera, la levantan en
la playa y de ahí la llevan a la Base Naval,
fue a La Cacha
a fines de junio, contaba que venía de la Base”. Los marinos “Gustavo,
le decían el Marpla y Pablo la trajeron”. “El Marpla era alto, morocho, bigote,
casi tengo la certeza que es Jorge Negri, lo reconocí por la voz y su aspecto
físico. Pablo estudiaba veterinaria y esta imputado en causa La Cacha”.
“Por la
noche los guardias solicitaban
compañeras, La Gringa
vino de la Base
abusada y en La Cacha
también. Un día le dicen a Raúl Bonaffini que le traigan a las chicas, Raúl nos
aviso, le dicen que aparte a Silvia y la mande, Él no lo permitió, le costo una
noche de tortura y que lo dejaran colgado toda una noche”.
“El grupo de Mar del Plata fue trasladado
el 10 de agosto. El 8 fue cumple de Inés Paleo y La Gringa le hizo una torta, a
Inés la liberan el 18, Norma Kin estuvo hasta octubre y todavía estaba La Gringa, la dejaron para el
final junto a Raúl. La Gringa
encontró en La Cacha
el lavarropa de la casa, y el pulóver del marido y el reloj lo tenia puesto un
guardia”.
“En 35 años como victima y
sobreviviente las que estuvimos seguimos teniendo las consecuencias de esto,
nos quedan los traumas y se transmite de generación en generación, luchábamos y
militábamos por un país mejor, una sociedad igualitaria. Ellos continuaron
atentando a todos, a los hijos, a las
madres, Jorge Julio López, Silvia Supo y esto demuestra que la impunidad
continúa, el aparato represivo no esta desmantelado, espero que se aplique la
ley, no como con Duret, quería recomendarles que podrían tener una mínima
dignidad y que digan donde están los nietos”.
La
última de las testigos en prestar declaración fue Maria Inés Paleo. Estuvo
detenida en La Cacha
del 25 de julio al 15 de agosto de 1978.
Pudo “ver y saber que estaban La Gringa, Maria Cristina García,
Chispi Furrier, Silvia Siscar (Anita”, Maria (Angelita) Baldassare, Jimmy, Walter Rosenfeld, todos venían de la
Base Naval”.
“Con las mujeres conversé varias
veces, sé que a Walter lo maltrataron bastante, estaba ahí pero no lo vi, eran
del PCML, ellos creían que iban a pasar a cárcel legal, pero en agosto los
trasladan yo los vi ahí cuando los llevaron, menos a La Gringa”.
“Ellas decían que en la Base estaban peor que en La Cacha, estaban torturados,
muy torturados”.
La audiencia paso a cuarto intermedio para el día 10 de mayo a las 10
hs.
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